Solo hace falta caminar por las
calles transitadas de tiendas de ropa para comprobar que cada vez las tallas de las mujeres son más
estrechas y pequeñas.
Cuando yo tenía 15 años, las
tallas que vestíamos eran exigentes y no podías estar gordita ni con un poco de
sobrepeso para lucir vestidos preciosos que cualquier mujer quisiera vestir por
lo menos una vez en su vida. Mis amigas y yo nos cuidábamos y hacíamos alguna
otra barbaridad creyéndonos que nos beneficiaba para no engordar.